A día de hoy cada vez más personas sufren de este síndrome del impostor, el cual te hace sentir que no eres merecedor de tus logros, a pesar de que te haya costado la vida. Personas con este síndrome, pueden llegar a ser grandes artistas/ profesionales pero sin embargo no atribuirse el mérito logrado y poder tirar por la borda un gran esfuerzo de años fácilmente. Esto lo podemos ver sobre todo en artistas con gran renombre (pintores, escritores, autores etc), quienes al haber llegado a conseguir el premio nobel en literatura, no reconocen que ese premio sea de su propiedad, ya que sus méritos los suelen relacionar con la suerte, o porque otras personas le han ayudado a conseguir ese status o merito en este caso.
Estas personas, suelen sufrir muchísimo ya que nada les llena, o les hace feliz ya que no se sienten merecedores de poder recibir cosas positivas. Posiblemente desde esta perspectiva no se entienda si no vemos el origen de estas sensaciones de inferioridad o vulnerabilidad, por lo que ir al pasado para descubrir donde fueron aprendidas esas reacciones o sentimientos es fundamental para entender porque a día de hoy es inadmisible un elogio, o reconocimiento por algo que ha supuesto un esfuerzo por la persona.
Cabe destacar que un niño de 3 a 6 años no es capaz de distinguir lo que es mío de lo que es de los demás, lo que da lugar a que cualquier reacción materna o paterna de enfado lo atribuya porque a hecho algo mal y de ahí dar lugar al nacimiento del sentido de culpa en ese niño para el resto de su vida, a pesar de que las caras de enfado no sean provocadas por que el las motivó. Lo mismo le sucede al niño de pequeño, cuando pone todo su interés en hacer algo bien para dárselo a sus padres buscando ese valoración positiva y el niño se encuentra con mucha crítica, desvaloración, haciendo sentir al niño que no es suficiente, que nunca va a llegar a nada, con comentarios como “sabes que no estás hecho para esto”, “hijo no lo intentes más que sabes que no eres bueno”.
Este tipo de comentarios, van a estar a partir de ese momento formando parte del día a día de ese niño, adolescente, adulto, integrado “yo soy así” (personalidad de esa persona), Lo que hará que en un fututo, cuando tenga que emprender un proyecto o un trabajo, esas vocecitas de: “no eres suficiente”, “novales para esto” que absorbió cuando esa persona tenia tan solo 5 años, a día de hoy, se va a convertir en mucha sensación de vergüenza en cuanto a que como soy defectuoso, nunca voy a poder llegar a ser nadie. Son este tipo de creencias originadas en la infancia, las que cuando somos adultos resultan ser unas barreras muy solidas que no permiten a la persona ser merecedora de elogios y feedback positivo, ya que en su pasado no tuvo nunca la oportunidad de vivir la experiencia de que lo que hago está bien y por eso soy merecedor de un elogio positivo.
Con relación a la posibilidad de hacer frente a este síndrome del impostor que nos hace pensar no ser merecedor del elogio por el esfuerzo realizado, seria interesante sobre todo hacer un trabajo centrado en la modificación de creencias limitantes, tomando conciencia de la realidad actual cuando emprendo un proyecto que depende de mi y requiere un esfuerzo y tiempo invertido, integrando la nueva experiencia de que a pesar de que sienta que no me merezco el elogio, hacer visible el proceso, apuntando cada hora que utilizas para acabar ese proyecto y así darte cuenta de que el resultado del proyecto tras esfuerzo y tiempo dedicado, es gracias a ti, integrando la experiencia faltante de no haber recibido una recompensa acertada cuando habría sido necesaria recibirla cuando tenía 5 años.